El invierno y castilla

Me despierto y noto frío... en mi cabeza la idea de permanecer más tiempo bajo las sábanas es una tentación. Ya es tarde y no puedo permitirme estar más tiempo durmiendo si quiero aprovechar las horas de luz.

Como si abriera los regalos de navidad, levantar la persiana es casi la misma sorpresa. Antes de levantar mi mente piensa en qué me toca entrenar hoy. Ayer en las noticias avisan de temporal para el fin de semana, qué casualidad, cuando toca la bicicleta.
Mi mente rapida ya sabe lo que le toca, correr y bicicleta, espero que no haya llegado la temida nieve, o por lo menos que no esté lloviendo. Para correr, a mí me encanta la lluvia sí no hace frío pero aún asi siempre se puede tapar uno, poner unas capas más y un buen chubasquero... pero la bici... qué dura es en invierno... Un rodillo podría ayudar, pero no entra en mis planes económicos y en días malos siempre recuerdo alguna frase que le decía mi tío a sus pupilos del club ciclista, "¿No quereis entrenar porque está lloviendo? ¿Eso es una excusa? ¿Y luego si vamos a una carrera y llueve nos volvemos o que? Hay que estar entrenado para todo.

El invierno ha llegado, pienso para mí y también probablemente la época más dura para un triatleta.
Primer tirón de la persiana... primer aviso, que poquita luz entra.

Segundo tirón, empiezo a ver el suelo mojado, primer revés, había soñado con encontrar nieve.

Tercer tirón, ya veo un poco la calle a lo lejos, el cielo no pinta bien, oscuro, negro, feo. Los árboles parecen presagiar una ventisca... desde aquí oigo un quejido de la bici que descansa en un cuarto lejano. No le gusta mucho el viento tan fuerte.

Cuarto tirón, ya cielo se abre sobre mi cabeza, oscuro, amenazante, como diciendo ahora según salgas te voy a soltar toda la lluvia o toda la nieve. Pero de momento aguanta.

Un desayuno caliente me hace pensar que el día no será tan malo. Es tarde así que lo mejor es correr, comer y después la bici.

El entreno no es duro pero sí largo, con muchos descansos, eso acentuará la sensación de frío al estar parado. Me mentalizo, ha llegado la hora de correr, vistazo al cielo, sigue tan feo como antes, vistazo al termómetro, 4º.

Primera sensación, aún dentro del portal, un escalofrío que me cruza la espalda. Bueno, ha llegado la hora. Salgo, un paso, otro, la primera ráfaga de viento roza mi cara, la gorra casi sale volando... Mama mia la que nos espera hoy.

Aranda está triste. Sábado, día de mercado. Poca gente, mucha bufanda, gente agachada andando contra el viento. Miradas incrédulas... ¿dónde irá ese a correr con la que está cayendo? Cruzo calles, cruces, ríos, esquivo coches y llego al punto donde hoy toca la parte central: cuestas. Para subirla, con viento a favor, bajarla en contra. Al lado una recta llana para hacer series.

El viento paralelo a la recta, así que tendremos compañía también al hacer las series. 1, 2, 3, 4... así transcurre la mañana cuesta para arriba, cuesta para abajo, la nariz torna color tomate y parece que la fabrica de mocos está a pleno rendimiento.

En cada subida los coches me dedican un momento en su mirada, asombrados, prefiero no preguntar, ¿estoy loco? ¿disfruto haciendo esto? Sí y sí, definitivamente. La sensación de llegar a casa, de ver a la gente por el camino asombrado, ellos sin ganas de salir de casa, yo deseándolo.

Fin, última de las series, ahora toca ya volver al trote a casa con los deberes bien hechos, el frío ya no es tanto, a veces un tímido rayo de sol asoma entre las 187 nubes (nube arriba, nube abajo) que poblan el cielo castellano. De nuevo la gente no puede esquivar esas miradas sorprendidas.

La verdad que es una mañana fría.

Pero esto no ha hecho más que empezar, ahora llega tal vez la parte que más disfruto. La bicicleta, desde que tengo uso de razón siempre he estado rodeado de ruedas.

Más pequeñas (a los 9 meses):

A los 3 años aprendiendo ya sin los ruedines

Ella siempre dormía en mi cuarto, a los pies de mi cama.
Llegó el momento del BMX, caídas y brechas acompañaron a esa fase.
Y mi primera mountain bike:
De nuevo vuelvo a mirar por la ventana... el cielo está oscuro, veo caer algunas gotas sobre el desgastado asfalto que "adorna" mi calle. Muy bien, llegó el momento. Una capa, dos, windstopper, chaqueta. Cubre zapatillas, guantes, orejeras, una braga para taparme la nariz y un pañuelo para taparme la cabeza. El casco, que SIEMPRE me acompaña, tiene muchos huecos para airear y hay que ponerse algo en la cabeza.

3º marca el cuenta de la bici.

3º y un viento que yo creo que ha aumentando desde esta mañana.

Primera parte, unos 15 km que irán a favor de viento.

Un espejismo.

Todo transcurre muy tranquilo, rodando cómodo, sin frío. 45 km/h aparece con frecuencia en el cuenta. La vuelta va a ser muy dura, me digo.

Castilla. A lo lejos atisbo un pueblo, 2ºC. Casas de piedra, chimeneas humeantes, el humo adorna el cielo sobre esas casas, hace frío fuera, pero dentro la gloria estará a pleno rendimiento, por no decir como estará la cocina, con la leña dentro la cocina económica. Recuerdos de la infancia. La verdad, adoro mi tierra.

Nieve en las cunetas me acompaña a ratos, desde un pequeño alto de la carretera se ve gran parte de la meseta blanca, las montañas nevadas y los campos, que pronto serán verdes, ahora lucen con algunas partes nevadas.

La gente no está en casa. Tractores poblan los campos, varios de ellos se cruzan en mi camino. En los pueblos la gente anda de acá para allá, ocupados, siempre hay algo que hacer en el campo. Otros sin embargo andan paseando por la carretera. Estos son más de los míos, ¿frío? y que. Al estilo de mi abuelo, 85 años, coje la bici para ver la tierra de no se dónde, se da un paseo de 10 km a no se qué tierra más lejos aún, a ver como va el trigo. Creo que yo también seré así.

Y llegó el momento, giro a la izquierda y todo el viento es mío. Primer viaje no intencionado de la bici, del centro de la carretera, casí al borde del arcén en un visto y no visto. Toca agarrarse fuerte. Ahora entra de costado, pero en breve será todo de cara. Toca sacar la fuerza que nos queda dentro, sufrir para en cuanto llegue la carrera más importante del 2009 la mente sólo esté pensando en todo lo que hemos pasado hasta llegar a esa carrera. Todos los entrenos con frío, lluvia y viento que hemos sufrido hasta allí. La satisfacción personal de sentirse preparado.

Y de nuevo el viento giro. Ahora sí, todo de frente. Ahora ya no veo las casas, no hay humo en las chimeneas, ahora es el momento.

Mente y cuerpo han de trabajar unidas. Toca taparse hasta la nariz, toca agacharse, las cifras ahora no pasan de 30km/h. El cielo se va oscureciendo y no son aún ni las 17. 15 km hasta la ducha caliente. 15 largos kilómetros, contra el viento, contra mí mismo. No dejo de pedalear. El viento trae a veces rachas más fuertes, pero no puede conmigo, me agarro del acople, trato de jugar con el aire.

Cierro los ojos....

Los abro...

El agua resbala por mi cara, cálida, limpia... Ya estoy en casa, en la ducha. Caliente, relajado, feliz. Objetivo cumplido.

Mañana será otro día lleno de nuevas historias.

El invierno ha llegado.

4 comentarios:

Clemente Alonso McKernan dijo...

Castilla es muy jodida, eh! Yo tiro más de bici de monte que hay que reservar cartuchos para cuando realmente sea necesario quemarse mentalmente. Mientras tanto me olvido de medias de ritmos de km (salgo a tiempo más o menos). Mucho ánimo, que le echas muchos huevos... 2º!

Salud!

davidiego dijo...

aquí todavía no hay nieve en las cunetas pero ya me ha pillado la lluvía dos veces en dos días.

y como dice Clemente sin mirar el cuenta, que si no àrece qie estás como la veleta, quieta y comiéndose todo el viento.

Pablo Cabeza dijo...

Bonito relato y casi emocionante. Se ve que lo vives y lo sientes, y que la juventud rezuma por los poros.

Sigue así. Un abrazo.

Anónimo dijo...

El invierno ha llegado con fuerza; nos hiela los huesicos!!

Mi padre se habría hinchado como un pavo de ver a un ciclista como tú, tan pegado a la bici y tan responsable con ello...

Sabes que te leo, y nunca te había leído tan triste, Santa... es el invierno frío que apaga tu sonrisa? pues espero que llegue pronto una primavera para tí...

un abrazo,
Sandra